lunes, 27 de agosto de 2012

El país del Fondo y a la derecha

La Argentina demuestra que hay vida después del default y sin el salvavidas de plomo del FMI.

El juicio oral por sobornos del gobierno de Fernando de la Rúa a cuatro senadores justicialistas y uno radical para aprobar la ley de flexibilización laboral que fue sancionada la noche del 26 de abril de 2000 en la Cámara Alta, puso una vez de manifiesto la matriz corrupta que imperó durante la década menemista y que no fue modificada por la Alianza. Pero también es una postal del país postrado ante las recetas recesivas del FMI que exigía una legislación antiobrera. 

Las declaraciones del ex secretario parlamentario del Senado, Mario Pontaquarto, que retiró 5 millones de pesos dólares de la SIDE y los entregó para el reparto en la casa de un legislador justicialista, escandalizan a la sociedad argentina pese a que los hechos ocurrieron 12 años atrás. 

Pero los ruidos del episodio esconden la naturaleza perversa de una norma antiobrera y la omnipresencia del Fondo Monetario Internacional en todos los niveles de la vida nacional. Con la Argentina puesta de rodillas por el peso de la deuda externa, el FMI determinaba la vida cotidiana de los argentinos y –obviamente– desregulaba las relaciones laborales en favor de las empresas. 

Es un escándalo que la sociedad conozca por un valijero arrepentido que un puñado de legisladores acepten votar una norma a cambio de dinero provisto por el Estado Nacional, pero no es menos desdoroso que diputados y senadores surgidos de fuerza populares hayan aceptado convalidar mansamente –y sin recibir un solo peso– una norma que apuntaba esencialmente a bajar los costos laborales mediante la precarización del empleo y la inestabilidad de los asalariados. 

La "ley Banelco" no sólo es un escándalo por el hecho de que el dinero haya logrado modificar el criterio para sancionar una ley, sino que el contenido de la norma sancionaba la muerte de los convenios colectivos de trabajo mediante la "ultractividad", un mecanismo que establecía que un convenio seguía vigente si no era renovado. La norma enterraba así el principio constitucional de la ley más benigna para el trabajador. 

"Fue la frutilla en el postre de la precarización laboral establecida en los ’90", suele decir el diputado moyanista del Frente para la Victoria (FPV), Héctor Recalde, cuando recuerda aquel texto. 

La norma que fue el punto culminante del avance de los poderosos sobre los derechos de los trabajadores extendía hasta un año el período de prueba, con la cual las empresas podían convertir a sus trabajadores en muñecos descartables sin costo alguno. Recalde solía decir por entonces que "si un gerente de personal necesitara un año para evaluar el desempeño de un cadete, al que hay que echar es al gerente de personal y no al cadete". 

Hasta la sanción de la ley Banelco, los argentinos sabían que era habitual que funcionarios corruptos percibieran una coima para facilitar algún negocio con el Estado, pero nunca se había ventilado groseramente que el criterio de una ley fuera lisa y llanamente un "negocio" para algunos legisladores, sin importar siquiera su contenido. Ya se había sancionado la privatización del gas con intrusos en el recinto de la Cámara Baja –los famosos diputruchos– y hasta se denunció que la privatización de YPF demandó aceitar la voluntad de algunos diputados. Pero ahora es el "valijero" arrepentido el que cuenta detalladamente cómo fue el recorrido de un dinero que alteró hasta el mandato de las urnas. Ya no era el caso de que una obra pública necesaria se concretara con evidencias de sobreprecios. Con coimas, se podía sancionar ahora una ley que declarara al sueco como idioma nacional. La lógica ya no era la discusión política o ideológica en la cual podía entreverarse la coima, sino "el negocio" político 

Es obvio entonces que, pese al acostumbramiento, la sociedad vuelva a escandalizarse por estos días. Pero sería una pena que se pierda la oportunidad de advertir además que muchos legisladores votaron sin coima alguna una ley que precarizaba los contratos de empleo, por exigencia de un organismo internacional que regía los destinos de la Nación de manera obscena. "Si no aprobamos esto, el FMI suspende su ayuda y sobrevendrá el caos", repetían por aquellos años hasta ex revolucionarios imbuidos del espíritu cagón de la época. Pero el caos sobrevino en 2001, precisamente por la aplicación de las recetas suicidas proporcionadas por el FMI. Y desde entonces, la Argentina demuestra que –con un liderazgo político lejano a aquellas políticas– hay vida después del default y sin el salvavidas de plomo del FMI. Desde la asunción de Néstor Kirchner, el país cumplió puntualmente sus pagos con el organismo internacional, con lo cual evitó inicialmente renegociar acuerdos siempre perjudiciales para el país endeudado. 

Las primeras revelaciones de Pontaquarto apuraron en 2004 la derogación de la escandalosa ley Banelco, en el marco del cambio de época propiciado por el kirchnerismo. Por entonces, el presidente Néstor Kirchner advertía a los banqueros que "los muertos no pagan sus deudas" y acusaba al FMI de propiciar políticas que "perjudican el crecimiento" y generaban "dolor e injusticia". En 2005, el santacruceño anunció que cancelaría las obligaciones con el Fondo del mismo modo que lo hacía Brasil. Algunos críticos reiteraron entonces su repudio a la deuda externa y otros advirtieron que los casi 10 mil millones que se pagarían al FMI podrían destinarse a proyectos de inversión. Pero es fácil advertir que, desde entonces, la Argentina se sacó de encima la presencia ominosa del FMI sobre cada decisión oficial. El eje de la discusión de las normas que se sancionaron a lo largo de los seis años posteriores al desendeudamiento, ya no fue atender o no atender lo que sostiene el Fondo. Está claro que la política y el Estado nacional ampliaron su autonomía. 

Por otra parte, los proyectos de leyes más cercanos al sentido común no requieren hoy "algo más" para ser aprobados. No faltan los tironeos, el intercambio político y las presiones de los lobbys empresarios, pero las fuerzas políticas tienen más margen de maniobra que el existente bajo la asfixia de las recetas del Consenso de Washington. 

En suma, el revival de la ley Banelco a través del juicio oral puede resultar una buena lección para que la sociedad identifique a la corrupción no sólo como el hecho de que un funcionario o legislador se meta en el bolsillo dinero que es de todos los argentinos, sino que tanto o más corrupto es que desde las instituciones del Estado se adopten medidas que favorecen a los poderosos en desmedro de los más desprotegidos. Que se corte una enorme porción de la torta para unos pocos y se deje una miseria para muchos.

Las fotos del juicio también pueden retratar a aquella Argentina arrodillada ante el Fondo, en la que un presidente de la Nación puede haber llegado a disponer una coima para satisfacer a un organismo internacional y aliviar las presiones que pesaban sobre sus espaldas. Los efectos de la deuda externa aún pesan sobre la vida cotidiana de los argentinos. Pero aquel era un país muy distinto al que comenzó a emerger después de haberse sacado de encima la pesada mochila del Fondo.

Vía infonews

Entrevista a Vaca Narvaja

 En sus oficinas del Tren Patagónico, en la localidad de Viedma, conversamos más de una hora con Fernando Vaca Narvaja, donde describió la importancia de la organización militante antes, durante y después de los hechos. Relata los pormenores de la fuga y reivindica el papel del guardia cárcel que colaboró para que se pueda llevar a cabo.
Entrevista realizada por Juan Ciucci y Nicolás Bondarovsky, enviados especiales de la agencia Paco Urondo.
APU: ¿Cómo repercutió la masacre en la Argentina? ¿Qué significó para la militancia?
FVN: Por la unidad de las organizaciones, por el nivel de la masacre de los compañeros, genera una reacción en la juventud impresionante. Hay toda una generación que ingresa a la política luego de Trelew. Fue algo masivo. Yo lo comparo mucho con la muerte de Néstor Kirchner y lo que generó en la juventud. La juventud siente que tiene que participar, que algo tiene que hacer. Y eso rebalsó las estructuras de las organizaciones revolucionarias. Fue un fenómeno de esas características. Supongo que a las organizaciones juveniles actuales les debe pasar algo similar con la irrupción de tantos jóvenes.
Estos dos fenómenos son muy parecidos y desde el punto de vista organizativos los agarra sin el nivel para poder contenerlos. Estos hechos llegan al corazón, al sentimiento, como catalizadores de procesos políticos. Y me parece fundamental, porque significa que nuevas generaciones le dan continuidad y hacen que todo lo que ocurrió con Trelew no sea en vano.
APO: En principio queríamos hablar un poco sobre lo que son las discusiones internas en las organizaciones una vez que estuvieran reunidos todos en Rawson. ¿Quiere contarnos un poco como era ese espíritu de militancia dentro de la cárcel de Rawson?
Fernando Vaca Narvaja: Rawson era una de las cárceles de máxima seguridad conjuntamente con la de Resistencia del Chaco y un tercer proyecto que tenía la dictadura militar de Onganía que era el buque granaderos que era un buque refaccionado que estaba en la dársena norte y lo fondeaban en las  afuera de la dársena. En esas tres prisiones llevaban a los presos que en ese momento, ellos consideraban de máxima seguridad. Se empezó a dar una serie de movimientos de presos de todo el país, de Villa Urquiza, de la cárcel de Coronda, de Devoto a estos tres lugares.
Yo tuve la suerte de hacer un turismo carcelario, me llevaron de Devoto al Buque Granaderos. En ese momento se hace una huelga muy grande de todas las organizaciones y una denuncia internacional muy fuerte que posibilitó que el Buque Ganaderos tuviera una vida efímera, sólo un mes y pico de existencia y lo tuvieron que levantar, la presión internacional, la Cruz Roja fue tan fuerte, era obvio que era un lugar insalubre, inseguro y como el buque estaba, no sólo fondeado en las afueras sino que tenía una base de hormigón, o sea, me parece que tenía unos fines inconfesables viendo lo que después va a suceder en nuestro país a partir del 76.
A la mayoría nos trasladan de Resistencia y de ahí, el tercer traslado hacia Rawson. En general, todas las cárceles tenían grupos de trabajo, en este caso a las organizaciones armadas, se buscaba mezclarlos, quizás la mejor experiencia fue en Rawson, para darles una idea, ustedes conocen a Celedonio Carrizo, el segundo del grupo de trabajo de discusión política era Roby Santucho, entonces él siempre cuenta las dificultades que tenía cuando se tocaba el tema del peronismo porque Roby era bastante duro de entender este fenómeno del peronismo, pero así como él estaba a cargo de eso, yo tenía otro grupo, el pelado Osatinsky tenía otro, el negro Quieto otro, todos grupos mezclados lo cual generaba un debate muy bueno desde el sentido político porque todos podían tener opiniones diferentes en cada uno de los temas que estabas tratando.
Todo esto posibilitó aplicar uno de los principios -de lo que llamamos “los viejos principios”- que es que las concepciones políticas que uno tiene, de visión de la realidad, puedan ser confrontadas, objetivadas, pueda ponerse blanco sobre negro dónde están las diferencias y tratar de generar, hasta donde se pueda, una práctica conjunta que tenga una devolución hacia esa visión que uno tiene y a partir de ahí, desde un punto de vista crítico y autocrítico, uno podía ir cambiando algunas concepciones que uno podía tener. Un poco que la verdad absoluta no existe, la verdad está dada en una relación teoría-práctica, práctica-teoría de permanente evolución y construcción porque además, las realidades políticas van variando sistemáticamente en cada coyuntura, en cada corte.
Esto fue, quizás, lo más importante, lo más rico. En el caso de las organizaciones armadas peronistas, FAR, Descamisados, Montoneros, se dio un trabajo de discusión y debate que fue plasmado en documentos como el famoso balido de Rawson, un documento largo, de análisis del peronismo y lo que era el rol de las organizaciones revolucionarias dentro del peronismo, el peronismo revolucionario o lo que llamamos entonces la Tendencia Revolucionaria. Básicamente, el punto más difícil de ese debate fue el rol de Perón. En ese momento, en la organización, formal e institucionalmente, primaba la concepción de que se salía de ese proceso, estamos hablando de la dictadura 1966-1973 aclaro porque actualmente hay una confusión al respecto, nosotros vivimos dos dictaduras, esto es 1970.
En ese debate caracterizábamos a Perón como uno de los líderes latinoamericanos más importantes y como un líder popular, gesto de un movimiento nacional y cabeza de lo que llamábamos el Nacionalismo Popular Revolucionario, la diferencia en la discusión interna estaba en que no lo caracterizábamos como un líder revolucionario porque, en ese momento, la organización tenía como concepción que la fusión ente la vanguardia, la estructura juvenil y el líder de masas generaba la construcción estratégica de la Argentina, entonces, al decir que era un líder popular, quedo un gran debate abierto por parte de los compañeros que estaban en la cárcel con los que estaban afuera.
Obviamente, ese debate después no se sigue dando, viene el “Luche y vuelve” del año 72, un proceso muy álgido, muy importante donde eso queda como una materia pendiente que recién se va a reiniciar a partir, fundamentalmente, de los hechos de Ezeiza, después, con la presencia de Lastiri, López Rega, Ottalagano, esa serie de personajes dentro del Gobierno Popular, bastante nefastos. Lo cierto es que de ahí sale un documento conjunto que, lamentablemente, el primero que lo recibe es Capuano Martínez, compañero de conducción, que en ese momento estaba con Patricia Lesgart, la hermana de Susana, el flaco cae en un enfrentamiento en un bar, el documento cae con él  después se manda otra copia.
La cárcel, indudablemente, fue –en este período, después hay campos de concentración- un lugar muy rico de debate político que yo siempre caracterizo como escuela de cuadros. Obviamente, con la dictadura de Videla, Massera y Agosti, habiendo campos de concentración, eso es impensable.
APU: Lo interesante de Rawson es que eran muy jóvenes ustedes y muy jóvenes las organizaciones, hacía poco que se habían conformado, y entonces es un momento en que se estaba discutiendo mucho.
FVN: Sí, siempre cuento como anécdota cuando en las reuniones planteaba: “¿Por qué el viejo no vino?” –el viejo era Osvaldo Cambiaso y tenía 32 años- “¿Cómo no vino el viejo a la reunión?” decíamos. Éramos bastante jóvenes, teníamos veteranos de 32, 33 años, por eso nuestra generación impone un límite de edad para la juventud a los 30 años y, a partir de ahí, generación intermedia, o sea, si uno quiere representar pibes de 15, 16, 17 años, después de los treinta, ya casado, muchas veces con hijos, con auto, no representás los mismos intereses ni las mismas prácticas por más que te guste, a lo mejor, la misma música pero culturalmente ya hay una distancia interesante.
Teníamos 18, 19, 20 años, te imaginarás que un pibe de hoy -ustedes son adolescentes hasta los 40, encontraron una buena excusa para no pagar impuestos ni agua ni luz, que la madre les cocine- tendría una distancia muy grande hasta los 32 años. Osvaldo a esa edad era ingeniero químico, por ejemplo.
Había veteranos también, cuando me trasladan al Chaco me encuentro con lo que fue el segundo frente del segundo comandante Masetti, que era la guerrilla del EGP que estaba coordinada con la del Che en Bolivia, Méndez y Jouvet que eran los dos sobrevivientes a los cuales no conocía, una de las cosas que nos preguntaban era por qué carajo no habíamos leído la experiencia del segundo frente. Eso un poco refleja esa diferencia de edades entre una generación más veterana y lo que éramos nosotros en es momento como jóvenes que irrumpíamos en la vida política en la Argentina.
Este fenómeno después se va a manifestar en Trelew y lo podemos comparar con la situación actual pero lo cierto es que la cárcel permitió como una gran licuadora, las posibilidades que no existían afuera por clandestinidad, por funcionamiento, por temas de seguridad, sí las teníamos adentro. Pudimos tener una visión y una socialización de las diferentes experiencias y de las diferentes extracciones sociales de los compañeros, diaria, de convivencia, realmente espectacular, o sea, si el enemigo pensó que con la prisión podía de alguna manera anular esa voluntad y esa convicción, creo que el saldo fue exactamente lo contrario, nos permitió reconocernos y conocer otras experiencias políticas.
APU: ¿Cómo era el nivel de organización de cada “orga” ya en Rawson?
FVN: Similar, todas similares. Hasta te diría que, en algunos casos, en las agrupaciones sindicales y en los frentes sociales también, había un responsable de cada frente de masas, un responsable de cada organización, dentro de cada pabellón había un jefe al que se lo elegía por consenso porque podía ser de una organización o de otra. Generalmente se buscaba a los compañeros con mayor capacidad de diálogo, lo que hoy se llamaría de mediación, y con voluntad de representar al conjunto de compañeros y después, había un responsable general del penal que habitualmente se encontraban en la sala de abogados más que en la sala de familiares.
Lo importante, desde el punto de vista de la política de DD.HH. de este período es que se desarrolla una organización fundamental de lo que llamamos “servicio al preso”, organización de familiares para la atención de los presos políticos. En esa tarea se trabajó durante muchos años, heredamos un poco la experiencia del plan CONINTES, la  de los viejos de la existencia del año 55, ustedes saben que Cámpora estuvo preso también en el sur, se fugaron de la cárcel, toda esa experiencia que tenía el peronismo en la estructura de atención a los presos políticos y a sus familiares, por ejemplo, ahí se hizo una tarea de un enorme valor. La flaca Patricia Lesgart, Adriana, que era la compañera de Capuano Martínez, que fue el cimiento sobre el que, después, se van a construir todos los organismos de DD.HH. vinculados al tema de la represión y el genocidio a partir del año 1976.
Ese servicio de presos que se mantiene con mucha fuerza hasta el año 78, en que surgen las Madres de Plaza de Mayo como organización, es el que permite todas las denuncias internacionales que se hacen en el período 76-78. Esta estructura de familiares de presos políticos, quizás es una historia no escrita, no valorada, que habría que escarbar porque nos vamos a encontrar con un montón de compañeros  compañeras y de nombres, de colaboraciones y de actitudes heroicas realmente muy importantes además de todo un proceso de ingenio, de salida porque, además de los campos de concentración, quedaron muchos compañeros presos, entonces como que hay un divorcio, en el 76, como que esa historia no se investigó, no se procesó, no se conformaron todos los datos que existían y quedaron, la ESMA, los hechos más duros de la represión de los campos de concentración pro hay muchos compañeros que salieron presos que se mantuvieron, de alguna manera, conectados a través de esta política d los compañeros de las comisiones de familiares de presos políticos.
Este es un pequeño paréntesis con respecto al tema de los DD.HH. pero estas comisiones, también tomaban la reivindicación de los presos comunes a los que se llamaba “los presos sociales”. Por eso la dictadura, al principio, a nosotros nos mezcla, llegamos a Devoto y nos meten en pabellón de presos comunes que, por supuesto, a partir de la currícula que uno tenía de acuerdo a la prensa, nos tenían un enorme respeto entonces, lejos de generar un proceso de agresión con el que ellos podían estar especulando, se les produce un proceso de reorganización porque pasamos a tener responsabilidad en los pabellones de los presos comunes y pasamos a exigir un montón de reivindicaciones porque era un hacinamiento, un maltrato a los familiares, y entonces las autoridades penitenciarias separan, aíslan, literalmente, hasta construyen paredes para que no haya conexión entre un pabellón y el otro, entre los presos políticos y los presos comunes. Eso ocurrió en Devoto, que fue la experiencia que hice cuando me trasladan desde Tucumán.
APU: Pensaba, por lo que decías sobre la probable intención que esto tuvo, también, en una parte, la justificación del plan sistemático de desaparición de personas sería esta experiencia previa de las cárceles. En algunos momentos se tocó a los militares, incluso reconocen que no podían volver sobre aquello que había pasado porque había dado este resultado.
FVN: Sí, ellos no sabían cómo limar, cómo desgastar, cómo quebrar la voluntad de lucha de los compañeros de la militancia y, evidentemente, creo que, además, lo deben haber vivido también con los compañeros en los campos de concentración, o sea, esto de Norma “La Gaby” Arrostito, que te la mostraban por una mirilla como para quebrarte, era, mucho más violento obviamente, lo que a mi me hicieron en Tucumán cuando me mostraban, también por una mirilla, un compañero sentado al lado de un oficial, que no te decían si había hablado o no pero te lo mostraban, entonces, esa escenografía era para quebrarte, decirte: “Mirá, tu compañero está hablando”. Son todas pruebas para debilitarte psicológicamente para ver hasta dónde te podían quebrar. Evidentemente, ellos sí toman conciencia, en esa primera dictadura militar, que es muy difícil quebrar los cuadros y que, lejos de quebrarlos, se fortalecen.
Es lo que pasa, en general, con la violencia de las clases dominantes. Va en aumento, dejan de ser pacíficas y democráticas en la medida que vos les vas cuestionando su base de poder. Ahí se transforman en perros sanguinarios  creo que nuestra generación lo que les genera a ellos es un gran susto y es lo que los obliga a tener una política represiva genocida, de exterminio de esa generación.
APU: Vuelvo un poquito más atrás, Fernando. Con ustedes ya adentro hace un tiempito, con esta organización de la que hablamos al principio: ¿Cómo se decide la fuga del penal?
FVN: Todos los penales tenían planes de fuga, por ejemplo, yo caigo en la provincia de Tucumán en septiembre de 1971 y estábamos organizando –éramos la base de apoyo de- la fuga del penal de Villa Urquiza, que se va  hacer, es más, yo casi te diría que especulo porque cuando caigo, estoy a una semana de esa fuga y teniendo todos los datos porque estábamos como responsables de todo el grupo externo de apoyo a la fuga y entonces, mi especulación era que pasara rápido todo este proceso de interrogatorios para que me derivaran a Villa Urquiza y salir a la semana nuevamente. Desgraciadamente eso no se da, o por suerte porque en un momento me estaban por trasladar a Rosario y viene este famoso mayor pelirrojo que era el responsable –la descripción coincidía- de la desaparición de Verd y Maestre, militantes populares de las FAR, el famoso pelirrojo de manos carnosas que viene, te mide las pulsaciones, les dice a Tamagnini y Albornoz –a Tamagnini lo ajusticia el ERP y Albornoz es uno de los comisarios que está hoy con cadena perpetua por los juicios en Tucumán- “Déjenlo descansar, se les va a ir. A la tarde lo llevo para Rosario”. Era el jefe de inteligencia del segundo cuerpo del ejército.
Viene la denuncia de que estamos presos, yo estaba con un nombre supuesto, aunque ya me habían identificado por las huellas dactilares, y al legalizar mi presencia, cuando se dan cuenta, deciden trasladarme a Devoto y no a Villa Urquiza pero si me llevaban allí, a la semana estaba afuera porque, efectivamente, los compañeros igual llevan a cabo el plan, un poco inconcientes porque, teniendo uno toda la información, no saben si aportó datos, si cayó con un papelito o un plano, que era una cosa habitual en los movimientos, que podía descubrir la acción. Con esto quiero decir que en el año 71, todos los penales tenían planes de fuga y coordinaciones entre las organizaciones.
APU: ¿Internos y externos?
FVN: Internos y externos. La misma relación de los responsables internos te conectaba con las organizaciones afuera y en eso había una actitud de unidad clara, de colaborar, de trabajar conjuntamente.
APU: ¿Pero estos planes de fuga eran también tan grandes como el de Rawson?
FVN: No, si analizás el plan de fuga de Rawson no es grande en el sentido del aparato. Ahí hay toda una discusión, fue muy importante la metodología pero hubo planes de fuga con mucho más peso y  desarrollo de aparato externo que Rawson.  En realidad, fue una caravana de vehículos, dos camiones, una camioneta y un Falcon y un avión que se toma pero no hay estructura de aparato propia. En los otros planes de fuga había más despliegue de aparato externo que interno, se tomaban los penales de afuera hacia adentro. Rawson es un proceso inverso, el principio de sorpresa que se aplica es desde adentro hacia fuera, a punto tal que esto generó todo un debate interno en las organizaciones.
Muchas veces se planteaba esta metodología como una especie de locura, como algo muy difícil de realizar porque eran cárceles aisladas y con un despliegue de hombres por parte del Servicio Penitenciario muy fuerte y en el caso de Rawson, con una base de infantería de marina a la cual nosotros siempre le asignamos una capacidad de reacción que en realidad nunca tuvo pero se supone que eran las tropas de elite de infantería de marina, por eso también, el odio, la bronca de los marinos especialmente, que tomaron eso como una afrenta, como una burla, en lo que se suponía que ellos estaban capacitados para evitar.
 “Pensábamos que era imposible que se pudiera dar una masacre”
FVN: Fracasa el túnel por la existencia de agua, de mucha humedad. Tenía mucho ripio, era un terreno complicado. Se decide, en todo caso, tenerlo como depósito. Un túnel que había costado mucho, hecho con una gillette para ir sacando las baldosas y se hacía con las partes metálicas de lo que era unos calentadores que no sé si existen todavía. Era un trabajo de preso, como decíamos nosotros.
Cuando se empieza a trabajar con la perspectiva de la fuga de adentro hacia afuera se parte de la base de hacer una simulación de algo que ocurría habitualmente en las cárceles: las inspecciones militares, una especie de requisa del sistema de seguridad carcelario, donde las Fuerzas Armadas le tomaban examen al servicio penitenciario para ver qué grado de disponibilidad tenían éstos hombres para garantizar la seguridad de los presos en la cárcel. Yo tenía cinco años de Liceo Militar General Paz, así que más o menos conocía rápidamente cómo son las voces y órdenes de mando de un oficial del Ejército. Acá hay una cosa muy importante que se ha bastardeado y desinformado mucho, que es el rol que juega un guardiacárcel de apellido Fasano, que de alguna manera es tomado como un símbolo, de un hombre que se ha vendido por plata a las organizaciones armadas. Se lo ha degradado y está desaparecido. En realidad, era un Compañero del Movimiento Peronista, era un peronista que había vivido todo el encarcelamiento del 55, que tenía un montón de anécdotas de lo de Cámpora y que después, vio pasar por la cárcel muchos presos políticos en su trayectoria como guardicárcel. Estaba cerca de jubilarse y colabora con nosotros en, por ejemplo, el ingreso de uniformes militares –la parte más complicada- y una pistola que va entrando a cuentagotas desarmada. Si éste hombre no colaboraba con nosotros era muy difícil la posibilidad de poder contar con esos elementos. Aunque esa pistola nunca llegó a usarse, te da cierta seguridad. Entre tener una de madera –que sí se hicieron, pistolas ficticias- y una real, hay una pequeña diferencia. Digo esto, porque en general ocurre que en las Fuerzas Armadas, existan sectores del Campo Popular y Compañeros revolucionarios, como por ejemplo, el boina Urien, un oficial de tropas especiales de infantería de la Escuela de Mecánica de la Armada, fue un Compañero de la Organización Montoneros, era uno de los oficiales destacados. En el Luche y Vuelve del año 1972, toman la Escuela de Mecánica de la Armada, todos los puestos policiales de la Federal en la General Paz, los Compañeros nuestros que toman un Regimiento en Corrientes también en el año 72. Nosotros, llegamos a tener organizaciones políticas dentro de las Fuerzas Armadas. Creo que el error más grande que podemos cometer es aislar a las Fuerzas Armadas. La oligarquía siempre especula con éste infantilismo de los sectores revolucionarios de querer aislar a las Fuerzas Armadas de los procesos políticos, eso le facilita la tarea de penetración política e ideológica y de que nosotros no veamos la necesidad de tomar contacto y hacer política. Por eso, uno reivindica siempre el Operativo Dorrego, los puntos de contacto y debate con las Fuerzas Armadas respecto del Proyecto Nacional. El Peronismos está generado por Perón, que era un General de la Nación y tiene un componente de participación: el General Valle, Cogorno. Tenemos muchos mártires y héroes para que le regalemos a la oligarquía las Fuerzas Armadas. Si hay que disputar palmo a palmo, generamos puntos de contacto para hacer ese debate. Se vio en el Operativo Dorrego esa discusión.
A nosotros nos permite la fuga un guardiacárcel peronista, de nuestro Movimiento. No es casual, que la historia oficial lo tenga a éste hombre olvidado o lo tenga como el corrupto. Me hace acordar a cuando volvimos al país, donde los principales corruptos eran los miembros de la Conducción de las Organizaciones Armadas, mientras se vendía el país. Con la Ley de Medios, hoy en día, podemos ir viendo cómo se maneja la prensa del régimen.
Volviendo a Rawson, se empieza a organizar lo que es la fuga de adentro hacia afuera y la parte externa queda librada a la colaboración de los Compañeros. Acá también hay un proceso de discusión que nos pone en otro principio fundamental: qué grado de aparato construcción. Hubo un debate dentro de las Organizaciones Revolucionarias, donde por ejemplo las FAR compraron un avión en Paraguay para llegar con éste avión y poder levantar a los Compañeros que nos fugábamos. Para tener un avión había que tener un piloto, para tener un avión y un piloto había que tener un hangar para esconderlo. Para tener un hangar había que tener un campo y una pista. Entonces, cuando le vamos sumando esa construcción de aparato se hace prácticamente una operación muy pesada. Ahí empieza la discusión de si se construye con aparato o sin aparato. Digo esto, porque lo relaciono con la actividad política actual. Aquellos Compañeros que dicen que sin el Estado no se puede hacer nada y esas cosas. Nosotros construimos como generación, en el contexto histórico que nos tocó, fuera del Estado. Prácticamente no dependíamos de las estructuras del Estado para nuestras construcciones políticas o sociales y eso nos daba un margen de autonomía e independencia muy alto. En la acción militar eso se refleja, porque decimos “necesitamos un avión”, bueno apropiémonos de lo que vemos. El avión en éste caso fue el de la línea Austral. Necesitábamos un aeropuerto, bueno tomemos el aeropuerto. Tengamos tres Compañeros en el avión para tomarlo. Adecuemos nuestra operación a esas circunstancias.
Así, se fue simplificando la acción. Ya no necesitábamos un gran aparato. Necesitábamos tres Compañeros que tomen el avión, uno más que esté abajo para colaborar con la toma del aeropuerto y la estructura que de alguna manera te daba la movilidad como para poder fugarte de la cárcel, el resto de la acción era tarea nuestra. En esa tarea, se aplica otro principio que me parece fundamental, que es el colectivo. Solos e individualmente somos muy poco, si armamos un colectivo somos una fuerza distinta. Esto lo vemos en la construcción política, en la construcción diaria de cualquier trabajo, esto lo vemos en el tema de la política de unidad y esto lo vemos también en la acción militar de Rawson, 130 o 140 Compañeros con conocimiento y causa de lo que se estaba haciendo. De esa manera, nosotros teníamos en distintos sectores de los pabellones ojos y oídos de hasta la gaviota que venía a comer al patio. Prácticamente todos los movimientos se centralizaban en una estructura de mando para armar una información muy prolija de cuál era la vida interna del Penal. Esto permite que para el horario, que estaba supeditado al vuelo del avión, se acomodara todo el resto de la acción militar. Se trabajó en función de tiempos que eran medidos rigurosamente y no fue penetrado por la acción del enemigo, los servicios de inteligencia desconocían la acción y no la pudieron detectar. El efecto sorpresa fue total, pese a la cantidad de Compañeros que participaban en ésta acción.
El ordenamiento del primer, segundo y tercer grupo era un tema estrictamente operativo. El primero no podía exceder el número de seis o siete Compañeros y el oficial que iba reducido, por un tema que las inspecciones tenías esa magnitud. El segundo grupo podía ser un poco más numeroso porque ya se iba a ir tomando cada uno de los pabellones. El tercer grupo, que eran más de 100 Compañeros se movían con un poco más de libertad, porque ya los acompañaban Compañeros disfrazados de guardicárcel. Los grupos operativos son funcionales a la acción que había que desarrollar.
-APU: ¿Usted toma el lugar de militar por la experiencia previa que tenía?
-FVN: Así es, me tengo que vestir con uniforme de militar, ya que era un poco el efecto sorpresa. La primera impresión que se llevan los guardicárcel al ver un militar es “por qué no me avisaron que había una inspección militar”. Entre que se respondían esa duda eran segundos y nosotros ya estábamos adentro. Los Compañeros llamaban a ese primero grupo “La topadora” porque iba abriendo la Base. Automáticamente a medida que se reducía al personal se los desvestía y los Compañeros se vestían con la ropa de los guardiacárcel, con una velocidad espectacular.
La acción se hace de una manera muy prolija en la parte interna. Cuando se llega a la sala de Guardia, a la última puerta que conecta a la guardia interna que es desarmada con la guardia externa que es armada, ahí se da el punto más complicado. El oficial de la guardia desarmada se pone nervioso y al que nos abre la puerta final de salida se lo manotea y se lo mete adentro muy rápidamente. Teníamos enfrente a un hombre con un FAL, con visión directa a la puerta de entrada al Penal. Por suerte, éste hombre no llega a darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Una vez que salimos al exterior, lo primero que hacemos es llamarlo, con una gran ansiedad por escapar. Viene éste hombre, hacemos que se presente, le decimos que entregue el arma porque la estaba portando mal, la entrega mal, se le llama la atención y se le devuelve el arma para que su entrega sea la correcta. Todo esto sucede porque nos están mirando la guardia de arriba y la última guardia externa de la puerta de salida.
Bueno, se presenta, se encuadra, saluda y entra. Cuando entra se lo reduce. De ahí vamos a la sala de armas, y es un movimiento parecido. A partir de ahí salen dos grupos, ya viene el segundo escalón de 19 compañeros, que son los que van a reducir la primera parte del penal. Todo lo que es la parte exterior de las garitas, se ponen compañeros nuestros. El resto de las garitas queda la misma gente del servicio penitenciario. Es decir que había un riesgo ahí, el tiempo no nos daba para reducir a todas las garitas del penal.
Fíjense con que prolijidad se actúa que el resto de las guardias no se dan cuenta que han sido remplazados sus compañeros. Nosotros salimos en una mezcla que se hace con el segundo grupo, creo que en total éramos 15 o 16. Vamos por fuera del penal y tomamos la guardia de reserva, que estaba aislada del penal. Esa guardia de reserva, cuando nosotros salimos a caminar para tomarla, tenía que coincidir con el remplazo del guardiacárcel que estaba en la garita justo por encima de la puerta de la guardia de reserva. Cuando nosotros estamos por entrar, se lo está reduciendo al guardia de arriba, que era el riesgo porque ese hombre estaba con un FAL.
Bueno, se realiza el mismo procedimiento, se reduce a unos 80 hombres que estaban relajados, algunos jugando al truco y otros durmiendo. Cuando me estoy por retirar para unirme al primer grupo, me aparecen unos 40 presos comunes que salían del taller con guardiacárceles en formación. Hago lo mismo, los llamo, los hago formar y los meto con el resto. Asi que ahí había 120 hombres, entre presos y guardicárceles.
Cuando salimos del penal, me doy cuenta que sólo había entrado Carlos Holmberg, 18 años, un loco de la guerra. Escucha el tiroteo donde muere el guardiacárcel Valenzuela, que identifica a algunos de los compañeros que se van acercando y se arma un tiroteo. Carlos siente ese tiroteo, y dice “los compañeros me necesitan” y se mete. Desobedece la orden de repliegue, porque el jefe de la operación había entendido que la acción no se hacía. Entonces los vehículos emprendieron la retirada a las zonas asignadas en caso de que la acción no se realizara. Este loco se mete, y es el vehículo que utilizamos este primer grupo de los 6 para ir al aeropuerto.
Con la alerta de que habíamos tenido un enfrentamiento en la guardia, y con la duda de que no teníamos todos los vehículos para evacuar a todo el personal. Sí teníamos un plan de emergencia que eran los remises, taxis, y los vehículos de la gente que laburaba en la parte administrativa del Servicio Penitenciario. De ahí salimos rumbo al aeropuerto.
APU: Nos interesaba que nos cuente la experiencia en el avión, y luego en Chile.
FVN: Bueno, nosotros llegamos al aeropuerto cuando estaba el avión carreteando en pista. Llegamos con el Falcon, ingreso para ver cual era la situación del vuelo. Están los familiares retirándose, y siento el carreteo del avión hacia la cabecera de pista. Cuando siento eso salgo para avisarle a los compañeros, y me intercepta el Coronel Perlinger que estaba de civil. Se presenta, me presento como Teniente Primero, y me observa un detalle importante: yo tenía puestas las charreteras al revés. Entre los nervios del armado del uniforme, me las había puesto al revés. Lo que se me ocurre decirle es “Mire mi Teniente Coronel, lo que pasa es que tuvimos una fiesta, y usted sabe como son las chicas, se vuelven locas con el uniforme”. Con eso queda contento, y me retiro.
A los 5 minutos estábamos todos entrando desaforados diciendo que hay una bomba, que es un atentado contra el avión, que tienen que pararlo. Entramos donde estaba la radio, porque la torre de control estaba cerrada, y logramos convencerlo. Ahí actúa muy bien Marcos Osatinsky que empieza a referirse a mi como oficial, que estaba haciendo un despliegue de tropas alrededor del aeropuerto. El tipo de la radio le cree, y hace para el avión.
Cuando hace parar el avión rompemos la radio, y vamos todos corriendo hacia él. Los compañeros que están en el avión ven eso, que no toma vuelo y lo toman. Cuando se abre la puerta, aparece el Gallego Palmeiro con una azafata agarrada de la cintura. Yo soy el primero que sube por la escalerilla, y me pone una Beretta en la cabeza; me deja absolutamente mudo, con la cara de loco del Gallego. Me salva el “Robi” Santucho cuando le dice “Somos nosotros Gallego, es el Vasco, está todo bien”.
Imagínense la gente que habías salido con nosotros corriendo rumbo al avión, porque lo habían tomado los terroristas; al ver ese escenario confuso, con la misma velocidad con la que habían corrido hacia el avión, corren hacia el aeropuerto. El avión se toma, se espera unos minutos hasta que se convence al piloto, que había salido de un tratamiento psiquiátrico, era su primer vuelo después del tratamiento, pobre. Decidimos levantar vuelo, porque esperábamos que un blindado pudiese cruzarse en la pista y no hubiese margen para poder hacerlo. Empezamos a dar vueltas alrededor del aeropuerto, esperando a los compañeros. Que llegan, había tiempo para bajar, porque lo que nosotros estimábamos como reacción de las tropas de infantería no fue tal.
Pero ellos también estiman que hacernos bajar a nosotros significaba el fracaso de la operación, no toman la radio de la torre de control, y deciden esperar. Cuando nosotros damos vueltas y vemos que no hay señal de que los compañeros estén llegando, y el piloto empieza a ponerse nervioso por el tema del combustible, decidimos partir rumbo a Puerto Mont. Ahí los compañeros toman contacto, y nos dicen que no habían tomado la torre para que no bajáramos, porque eso ponía en riesgo toda la acción.
Que ellos empezaban a trabajar en el plan de emergencia, que era el que se dio: convocar a la prensa, al juez federal, al médico; para hacer una rendición ordenada y evidente a nivel de la opinión pública.
APU: Qué importante es el pensamiento colectivo, en los hechos que mencionas.
FVN: Es la base. Creo que es la base el principio colectivo a acción es la fuerza central. Si no existe ese principio es muy difícil realizar una acción como la que se concretó. Hay un engranaje en el que cada uno juega un rol. Te diría que en ese primer y segundo grupo, lo mismo que en el tercer grupo, hay roles que se van intercambiando con mucha facilidad. Porque hay una compenetración, y un complemento entre los compañeros. No hay una competencia ni una estructura que se superponga. Si vos ves que él tomo esa acción y lo hizo bien, vos pasas a hacer lo que sigue. Ese principio colectivo es una de las bases de la unidad.
APU: Y llegan a Chile.
FVN: Ahí nos recibe una movilización muy grande de los compañeros de MIR chileno, del Partido Socialista. Bajan el “Robi”, el Pelado Osatinsky y Quieto, a negociar la entrega del avión. Se resuelve eso, cuando bajamos había como un celular de traslado de presos y dos vehículos. A los compañeros los llevan a ese celular, y a mí a uno de esos vehículos. Como no sabíamos como ellos decidían, nosotros cumplimos con lo que nos decían.
APU: ¿Con quién negocian la entrega?
FVN: Con el Jefe de Seguridad, y con quien luego sería el jefe de la DINA. El Jefe de Seguridad era Pupen, un militante socialista muy preparado que muere con Salvador Allende cuando Pinochet da el golpe militar y avanza sobre la Casa de la Moneda.
A mí me llevan en un vehículo porque se confunden, piensan que soy un rehén, yo pensé que no había lugar. Cuando me empiezan a hablar los que luego serían los golpistas en Chile, me dicen “Bueno, me imagino que usted habrá estado en una situación de estrés muy incomoda”. Sí, les dije, “igual que todos los compañeros”. Me dicen “¿cómo los compañeros?”. Sí, los que van en el celular. Entonces aceleran, cruzan el celular donde iban los compañeros, y me suben ahí.
Cuando llegamos al penal, que luego sería el lugar de la DINA, me encuentro con 2 oficiales del ejército chileno y un hombre de civil, que no me queda claro si era de la embajada o del ejercito argentino. Y me degradan, me sacan las insignias de la chaqueta militar. Quieren que deje el uniforme, pero me niego y me quedo con la chaqueta, aunque sin botones.
Ahí se da un debate político en Chile, donde en general primaba la tendencia de dejarnos presos en buenas condiciones, como una jaula de oro. Decían que íbamos a tener libros, visitas de algún familiar, y nosotros nos queríamos rajar. Imaginate que salir de estar preso en Argentina para estar presos en Chile de un gobierno popular, era absurdo. Medio que nos enojamos un poco.
Y después vienen los hechos dolorosos, de que una madrugada entran, nos sacan todos los medios de comunicación, los cinturones, todo lo que es un sistema clásico de seguridad. Y llega Pupen a avisarnos que se había producido esta masacre. Fue un golpe duro, porque nosotros pensábamos que era imposible que se pudiera dar una masacre así estando un juez federal, estando la prensa, estando un médico que los revisara. Habiendo pasado tantos días, no lo teníamos como un hecho factible esto de la Masacre del 22 de agosto.
Al día siguiente vienen los abogados, Duhalde, Mario Hernández, Gustavo Roca, los abogados nuestros que son los que nos acompañan y desarrollan este proceso. Hasta que en este debate que se da en Chile, Salvador Allende reúne a su gabinete y les plantea la presión y la oferta de la dictadura de Lanusse para que nos entregaran a la Argentina o nos mantuvieran presos en Chile. El gabinete vota que nos dejen presos, para no empeorar las relaciones con América Latina, donde ya estaba imponiéndose la ideología de la Seguridad Nacional, y el avance de las dictaduras militares.
Vía adnrionegro

viernes, 24 de agosto de 2012

Bullrich, el 0800-McCarthy y las Bandas de Delincuentes Subversivos Marxistas

El librito de tapas blancas se titulaba “Conozcamos a nuestro enemigo” y la bibliotecaria de mi secundario —la recuerdo gordita, anarquista y muy macanuda— lo encontró escondido en uno de los estantes más altos. Cuando terminó de leerlo, me lo regaló. A vos te va a encantar, me dijo, y agregó que cuando lo leyera iba a ver cómo los milicos, además de todo lo que ya sabemos, eran brutos.

El librito, editado por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación en 1977 y enviado a todas las escuelas, explicaba cómo detectar el accionar, en el ámbito educativo, de las Bandas de Delincuentes Subversivos Marxistas, a las que, para ahorrar palabras, se refería con la sigla BDSM, hoy más usada en el mundo leather para hacer referencia a los términos bondage, dominación y sado-masoquismo. Los temibles infiltrados del sadomarxismo, según el Ministerio de Educación, operaban en las universidades para entrenar jóvenes subversivos. Empezaban convenciendo a los estudiantes con ideas atractivas, como “mayor presupuesto universitario”, “cursos nocturnos para los que trabajan” y “comedor universitario” y, poco después, cuando veían terreno fértil, pasaban a consignas más avanzadas, como el retiro de la policía de la universidad y “más libertad de expresión”. Cuando el adoctrinamiento ya estaba avanzado, iban por todo. “Una vez que el alumno se encuentra motivado convenientemente con los argumentos esgrimidos, se lo va sacando –poco a poco– del ámbito universitario y se lo utiliza para pegar carteles en la ciudad, colocar artefactos explosivos, hasta convertirlos en verdaderos activistas de alguna de las organizaciones subversivas conocidas”.


De pedir comedor universitario a poner bombas eran dos estaciones de subte. Y el subte funcionaba. Había que detenerlos antes de que fuera tarde.

Pero los temibles sadomarxistas no se conformaban con adoctrinar universitarios subversivos. Insaciables, iban también a los secundarios, a los primarios e inclusive a los jardines. ”El accionar subversivo se desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que inciden sobre las mentes de los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de ideas o conductas rebeldes, aptas para la acción que se desarrollará en niveles superiores”, explicaba el librito blanco. Y seguía: “La comunicación se realiza en forma directa, a través de charlas informales y mediante la lectura y comentario de cuentos tendenciosos editados para tal fin. En este sentido, se ha advertido en los últimos tiempos, una notoria ofensiva marxista en el área de la literatura infantil”. Las investigaciones de los inteligentes de la inteligencia del Ministerio habían permitido detectar el mensaje subversivo oculto en las páginas de El principito, del sadomarxista francés Antoine de Saint-Exupéry, y también en el cuento infantil Un elefante ocupa mucho espacio, de la sadomarxista argentina Elsa Borneman, que fueron prohibidos. Inclusive en los libros didácticos destinados a las llamadas ciencias duras, los agentes bondage metían la cola, como en el caso del libro La cuba electrolítica, que fue quemado a tiempo antes de que pudiese ser usado en las clases de Física para difundir las peligrosas ideas de Fidel Castro entre los incautos prepúberes.

“El accionar ideológico se intensifica con la mayor edad de los niños en los últimos años del ciclo primario, tendiente a modificar la escala de valores tradicionales (familia, religión, nacionalidad, tradición, etc.) sembrando el germen para predisponerlos subjetivamente al accionar de captación que se llevará a cabo en los niveles superiores”, explicaba el librito, y advertía la presencia en nuestras escuelas de docentes marxistas, preceptores marxistas y pizarrones marxistas. ¡Hasta la sopa de los comedores era marxista y había que denunciarla a las autoridades!

Por suerte, pronto confirmé que en mi secundario también había sadomarxistas. Para mí hubiese sido una frustración, después de leer el librito que la bibliotecaria me regaló, no encontrarme con ninguno de esos cucos y poder mirarlos de cerca, ver cómo eran, arriesgarme a que me llevaran a poner bombas. Al final, yo también quería más presupuesto universitario y más libertad de expresión y también había leído El principito, que me lo regalaron mis viejos, conocidos delincuentes subversivos marxistas.

Los encontré, claro. Había de varios colores. Franja Morada, el PC, el MST, anarcos. Tenían entre 20 y 30 años y venían a reuniones del centro de estudiantes, o nos esperaban en la puerta de la escuela y nos invitaban a tomar un café en la esquina. Algunos eran profesores o preceptores, como decía el librito. Otros eran hermanos mayores de algunos alumnos, o simplemente amigos. Traían el diario del partido, lo discutíamos. Me acuerdo que al del MST, que en ese momento lideraba el sadomarxista Luis Zamora, yo le discutía párrafo por párrafo, hasta que creo que un día se dio cuenta que no me iba a afiliar nunca, menos hablándome de la importancia de la lucha de los obreros de una fábrica de Yugoslavia contra la burocracia estalinista y el debate ideológico sobre la revolución rusa en el último congreso de la IV internacional. Los del PC estaban peleados: unos con Jorge Pereyra y otros con Patricio Echegaray.
Mi abuelo decía que Jorge Pereyra era un “tataranieto de puta”, pero el hijo a mí me caía bien. Los de la Franja Morada eran los más inteligentes, sin dudas, hablaban castellano y conversaban con nosotros sobre temas que nos interesaban y nos afectaban más directamente. Un preceptor infiltrado por el sadomarxismo de la Juventud Radical los ayudaba, y nos reuníamos con un grupo de aprendices de subversivos en el recreo. Peronismo no había, porque en esa época el peronismo era Menem, y Menem era mala palabra.

No hay nada de lo que leo en La Nación que hacen en las escuelas los sadomarxistas de La Cámporaque no lo hayan hecho los de Franja Morada en mi secundario. No soy fan de La Cámpora, para nada. Y tampoco de Franja. Pero no entiendo por qué tanto miedo. Los jóvenes radicales, que estudiaban en la Facultad de Derecho y seguían, todavía, a Raúl Alfonsín, nos enseñaron mucho. Y también los troscos y los comunistas. Nos incentivaron a participar de actividades solidarias, nos ayudaron a estudiar la Ley Federal de Educación y ver cuánto nos perjudicaba, nos llevaron a la primera marcha de la Noche de los Lápices de la que participé, en la columna del MST, aunque no militara con ellos. Franja nos ayudó a armar una agrupación para disputar el centro de estudiantes y nos imprimió afiches para la campaña, pero también nos juntábamos a dibujarlos nosotros mismos en la casa de uno de los preceptores, que era de la Juventud Radical. Y perdimos, y ganamos, y seguimos militando, pero no lograron hacernos radicales. Ellos nos caían bien, pero el radicalismo no, ni sus dirigentes. Al igual que nos caían bien los chicos del PC y los del MST, pero no nos convencía el discurso de sus partidos. Tenían diez o quince años más que nosotros y los veíamos con un poco de admiración. Aprendíamos de ellos. Pero no éramos pelotudos ni ingenuos, y ellos jamás nos trataron como tales.

Eran jóvenes que militaban y creían en lo que estaban haciendo. Nosotros los respetábamos y ellos nos respetaban. Claro que querían afiliarnos y que algún día militáramos con ellos, pero no había engaño. Nunca milité en el PC, ni en el MST, ni en la Juventud Radical, pese a haber ido a sus comités y haber discutido sus periódicos, con los que nunca estaba de acuerdo, por distintas razones. A los 16 años me afilié al Frente Grande, que no tenía ningún joven sadomarxista infiltrado en la escuela. Y hoy creo que gracias a todos esos pibes —y a un profesor de Educación Cívica radical, que ahora es kirchnerista; y a mis viejos, claro, y a otros amigos— me interesé por la política. Aprendí muchísimo de todos esos jóvenes que venían a mi escuela a dedicar su tiempo a algo en lo que creían.

Por eso, ahora que el ministro de Educación del Gobierno de la Ciudad, coherente con la política de la anti-política macrista y con la gestión de la tapa de los diarios, anuncia la creación del 0800-McCarthy para denunciar a los delincuentes subversivos marxistas de La Cámpora que acechan a los alumnos de las escuelas porteñas, quiero rendirle homenaje a esos jóvenes de distintos partidos que tanto me enseñaron y tanto contribuyeron a mi formación política cuando tenía 13, 15 o 17 años.
Muchas gracias, en serio.

Y muchas gracias —ojalá me esté leyendo— a la bibliotecaria de mi secundario, por haberme regalado ese librito que me permite identificar y reconocer el origen de las ideas de los tipos como Esteban Bullrich.

Por Bruno Bimbi (34) - es periodista, profesor de portugués, máster en Letras por la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro y doctorando en Estudios del Lenguaje en la misma universidad. Actualmente coordina la campaña por el matrimonio igualitario en Brasil. Es activista dela FALGBT y autor del libro “Matrimonio igualitario” (Planeta, 2010).

Vía appnoticias