He leído con bastante preocupación y tristeza un documento que sacó a la luz un grupo de intelectuales fijando su postura sobre el conflicto de Malvinas. Para aquellos que defendemos y adherimos a la causa nacional, este documento nos recuerda a otras posiciones de formadores de la “inteligencia” argentina que nos quisieron hacer creer que el mal que aquejaba a la Argentina era la extensión (desgraciadamente en parte lo lograron) y permitimos que el territorio actual de nuestro país sea prácticamente la mitad de lo que era en sus inicios. Cualquiera tiene derecho a decir lo que piensa. Pero también hay obligación de decirlo con claridad.
El documento sostiene la posición británica de autodeterminación de los pueblos. Vale hacer un poco de historia y recordar que Naciones Unidas sostuvo en una resolución de 1960 que los principios que rigen los procesos de descolonización son dos: la integridad territorial y la autodeterminación de los pueblos. Está claro que el conflicto Malvinas versa sobre la violación del primero. Mas allá de esto, Naciones Unidas también sostuvo que los malvinenses no son un pueblo originario sino implantado por los británicos, y por lo tanto tampoco tienen derecho a la autodeterminación porque en definitiva son ingleses viviendo ahí.
Hay algunos puntos en particular del documento que también quisiera rebatir. En primer lugar, cuando nos hablan de “conscriptos combatientes”. ¿No sería mejor calificarlos como los califica el pueblo argentino en su conjunto, ese pueblo que más allá de tiranos alcohólicos no soslaya que aquella derrota nos dejó patriotas inocentes e inexcusables? ¿Les asusta a estos intelectuales vanguardistas la referencia al heroísmo? La mayoría de los argentinos –esa mayoría que nunca entienden o en todo caso evitan en aras de ofrecerse como “distintos”, como “librepensadores”– no los reconoce como “conscriptos combatientes”. Para el pueblo argentino son y serán “héroes”. Los únicos que quedaron de aquella “aventura militar”, como aciertan en llamar en el documento, pero que involucró una sangre que merece respeto y reconocimiento eterno.
En segundo lugar hablan de “sujeto de derecho” al calificar a los habitantes de Malvinas. ¿De qué derecho están hablando? ¿El derecho de la piratería? ¿El que incluso les niega el propio país invasor, calificándolos de kelpers o ciudadanos de segunda? ¿Los argentinos tenemos que reconocerles a los habitantes de un territorio usurpado el derecho que Su Majestad (la de ellos, claro) no les otorga? El derecho es la comunidad jurídicamente organizada, y la presencia de los habitantes de Malvinas es antijurídica de raíz. No se les quiere imponer una soberanía que no reconocen. En todo caso, que la reconozcan o no de ninguna manera avala la usurpación ni la legaliza. Son habitantes de un territorio usurpado, si quieren seguir allí deberán reconocer la soberanía que nace del derecho. Allí podrán ser sujetos del mismo. Son sujetos de derecho en su condición de seres humanos, eso es innegable, sólo una mente desquiciada ideológicamente pensaría lo contrario, aunque los “intelectuales” parezcan sugerir que en este momento no lo son para las autoridades argentinas. Pero la soberanía del territorio argentino tiene el reconocimiento de las Naciones Unidas, organismo que nuclea a los países del mundo. Por ende no necesita el reconocimiento de un conjunto de seres humanos que la providencia vino a ubicar en suelo usurpado hace tantos años.
Por último, nos hablan de “la afirmación obsesiva del principio: las Malvinas son argentinas”. Parecería ser que el reclamo de la soberanía necesita del tratamiento freudiano aconsejado para “trastornos obsesivo compulsivos”. En todo caso es una obsesión justa, legítima, jurídicamente irreprochable. Una obsesión fundada en los principios de soberanía que también están en los cimientos de nuestra nacionalidad. No es casualidad que al decir, en el documento, “la República Argentina ha sido fundada sobre el principio de autodeterminación de los pueblos y para todos los hombres del mundo”, casi parafraseando el preámbulo de la Constitución, omitan el último segmento del párrafo: “para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”. Es decir que para habitarlo primero deben reconocerlo como tal: suelo argentino. Eso tendrán que hacer los malvinenses para convertirse en sujetos de derecho político, de derecho territorial, de derecho internacional.
Malvinas no sólo es importante por lo que es, sino por lo que representa. No es una causa de radicales ni de peronistas ni de socialistas, es una causa de unión de todos los argentinos. Y es por ello que debemos defenderla. Las Malvinas fueron, son y serán argentinas, y “todos aquellos hombres del mundo que quieran habitarla” tendrán que ser ciudadanos argentinos.
Vía ryd.org.ar